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Desafortunada Fortuna

Apaga la luz que tengo miedo. No quiero ver más allá. No quiero escuchar cosas que entristezcan mis sueños, mi deseo de un mundo mejor. ¿Pero como evitar ser testigo mudo de su desgracia? ¿Por qué los que menos tienen son los más dados a recibir todo tipo de sufrimientos?
Cuando el viento expira, o el cielo llora, pequeñas almas necesitadas de calor se apagan en el abismo. Corrientes de barro arrastran sus pobres vidas que están llenas de deseos tan pequeños, que las convierte en GIGANTES. ¿No lo crees? Pregunta a un niño nicaragüense o a algún jovencito filipino. Incluso porque no a algún crío palestino. ¡Oye!, ¿Y tu que quieres para Reyes?
Sincero y firme te podría contestar, “un trozo de pan cada día para compartir con mis ocho hermanos”
Me dirás que en occidente también hay pobreza y que nadie hace nada por remediarlo. He ahí el problema, el conformismo de los afortunados.

By A. Mujica Lorenzo with 5 comentarios

Tengo un sueño; por Martin Luther King

[...] Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: que todos los hombres son creados iguales.
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.
Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"



Washington, DC
28 de agosto de 1963

By A. Mujica Lorenzo with 6 comentarios

La Dama de Dos Caras


¿Por qué? Se pregunta la dama de dos caras. No tiene mañana, no tiene noche, ni tan siquiera tiene sueño, solo le queda soñar despierta.
Si no se mete con nadie ¿Por qué todo el mundo la odia? ¿Por qué nadie la cuida? ¿Por qué ya nadie la mima? ¿Por qué piensa a veces que no es lo suficiente buena para nadie?
Tiene mucho tiempo para pensar en lo que le sucede, y para preguntarse miles de porqués, pero todos sus pensamientos se convierten en agonía. Vive en total y absoluta desesperación la dama de dos caras. Ya no le quedan esperanzas. Solo horas y más horas de insufrible agonía. Los segundos pasan por su vida igual que millones de años.
Su mirada se pierde en el vacío de su ventana donde los pájaros ya no cantan para ella, los árboles desnudos ya no bailan, por donde los mares inundan su casa y los vientos soplan desafiantes, por donde ya no entra el calor de la bondad y la amabilidad, sino el fuerte hedor del pánico y el terror. Lugar desde donde observa a los animales que tratan de huir por miedo a ser descubiertos, desde donde hace tiempo escuchaba reír a sus amigos que ya no están y desde donde sufre viendo a sus niños jugando a ser mayores.
Trata de imaginar como sería si ella, la dama de dos caras, volviese a ser lo que fue. La dama de blanco de todas las bodas, objeto de todas las miradas y de los mejores deseos. Volver a ser esa niña inocente e inquieta que baila descalza sobre la arena de la playa, que sueña cada segundo con su príncipe azul, volver a tocar el cielo con las manos y que su corazón vuelva a sentir el placer de amar y ser amada. Quiere volver a ser respetada. Desea volver a sentirse la reina de la fiesta.
¿Pero como hacerlo? No puede hablar la dama de dos caras. Atada de pies y manos se retuerce de dolor. Trata de pedir ayuda de las más inimaginables formas, mas no consigue que nadie la perciba. Todos pasan de largo al igual que los trenes hacia Auswitch.
La dama de dos caras no sabe lo que es la gripe, pero ha padecido millones. Ya no respira aire puro, sus pulmones se colapsan de mierda. No quiere llorar, sus lágrimas irritan su piel. Su cuerpo está lleno de llagas producidas por los que mas han de quererla. No tiene cáncer, tiene jefes de estados.
Si “La vida es sueño”, la dama de dos caras, la Madre Tierra, sólo vive una pesadilla.


By A. Mujica Lorenzo with 4 comentarios